En su primer año en Londres, Spurgeon llegó a conocer a un joven llamado Thomas Medhurst. Este joven había hecho pequeños papeles en el teatro y esperaba ganarse el sustento con la actuación. Al escuchar la predicación de Spurgeon fue convertido, y pronto experimentó un tremendo celo por difundir el Evangelio. Comenzó a predicar al aire libre en algunos de los distritos más difíciles de Londres, y al poco tiempo, trajo a dos convertidos a Spurgeon, pidiéndole que los bautizara. Con gran sinceridad expresó su certeza de que Dios lo había llamado a Su obra, y declaró su determinación de pasar su vida predicando y ganando almas.
Como muchos jóvenes en aquellos días, la educación de Medhurst era deficiente y no tenía mayor cultura ni educación. Sin embargo, Spurgeon creía que era llamado por Dios, y reconociendo que poseía tanto un verdadero celo como un don natural para la oratoria, se sintió con la responsabilidad de ayudarle. Hizo arreglos para que asistiera a una escuela que era un internado, dirigida por un ministro, y asumió el pago de todos los gastos. Una vez a la semana, Medhurst debía visitar a Spurgeon para una tarde de instrucción en teología y en la obra ministerial en general.
Al poco tiempo, otros jóvenes, movidos por el fervor espiritual de la predicación de Spurgeon, expresaron el deseo de recibir el mismo entrenamiento. Ellos también eran celosos por la obra de Dios y ellos también predicaban en misiones y en escuelas de niños pobres y en las esquinas de las calles, pero estaban urgidos de recibir educación. Ante esa situación, Spurgeon comprendió que Dios estaba poniendo sobre él una pesada responsabilidad. Él no lo había buscado, pero ahora era evidente que debía fundar y sostener una escuela de entrenamiento ministerial.
Frente a este prospecto, buscó a un hombre que fuera capaz de ser líder de esa institución. Mientras Spurgeon oraba por encontrar ese hombre, otro hombre, George Rogers, que poseía las cualidades requeridas, estaba orando, pidiendo los medios para comenzar la tarea a la que sabía que Dios lo había llamado, es decir, la del entrenamiento de hombres para la obra del ministerio.
Rogers era un congregacionalista y no aceptaba la posición de Spurgeon en cuanto al bautismo de los creyentes. Pero los dos hombres tenían todas las otras doctrinas en común, y llegaron a un acuerdo. Spurgeon formó una institución que llamó “el Colegio del Pastor” y nombró como su director a George Rogers.
Durante los primeros años, las clases tenían lugar en la casa de Rogers, y ocho de los estudiantes vivían allí. Spurgeon asumió personalmente toda la responsabilidad financiera, y dependía de los ingresos que generaba la venta de libros y de sermones. Pero muy poco tiempo después de que el Colegio comenzó, la venta de los sermones se cayó. Spurgeon estaba dispuesto a vender su vehículo, es decir, su caballo y su carruaje, pero como era su medio de transporte, Rogers lo convenció de que no lo hiciera. Entonces, en ese preciso momento, una nota procedente de un banquero le informaba que un donador anónimo había depositado 200 libras esterlinas para el Colegio, y muy poco tiempo después, otras 100 libras esterlinas fueron depositadas en el mismo banco. Estos eventos milagrosos naturalmente aumentaban la fe de Spurgeon y le permitían creer que el Señor proveería.
¿Por qué se cayeron las ventas de sus sermones?
Un joven negro que había escapado de una plantación de esclavos en Carolina del Sur, se encontraba en Inglaterra, dando pláticas sobre sus experiencias. Ese joven negro era un verdadero cristiano, y Spurgeon lo invitó para que visitara el Tabernáculo, lo cual hizo un domingo por la noche y habló de sus sufrimientos y de su huída.
El asunto de la esclavitud era un tema álgido en los Estados Unidos y estaba conduciendo a la guerra civil, y la invitación de Spurgeon le atrajo muchas críticas. Muchas personas, tanto del sur como del norte de los Estados Unidos le pidieron que definiera su posición sobre el tema, y en respuesta Spurgeon escribió un artículo para una publicación americana.
“Desde lo más profundo de mi alma, detesto la esclavitud…y aunque comparto la mesa de la comunión con personas de todos los credos, sin embargo, con un dueño de esclavos no tengo ninguna comunión de ningún tipo. Siempre que me ha visitado alguno, he considerado mi deber expresarle mi aversión por su perversidad, y preferiría recibir a un asesino en mi iglesia, que a un ladrón de hombres.”
Por supuesto que estos comentarios generaron una tormenta de protestas, especialmente provenientes de los estados del sur. Efigies de Spurgeon fueron incineradas en varios lugares, y sus impresores americanos suspendieron la impresión de sus sermones, y varios periódicos urgían a sus lectores a destruir las copias de sermones que poseyeran, y a suspender cualquier compra en el futuro. Así se vio reducido dramáticamente el ingreso por venta de sus sermones.
Con el incremento del número de estudiantes, las clases tenían lugar en la Capilla New Park Street, que ahora se encontraba vacía, y los estudiantes dormían en los hogares de los miembros de la iglesia. Posteriormente las clases se trasladaron al Tabernáculo Metropolitano, en el nivel inferior del mismo.
Aunque algunos de los estudiantes procedían de buenos hogares y habían recibido buena educación, la mayoría de los solicitantes venían de más pobres circunstancias, y era por ellos por quienes Spurgeon se preocupaba especialmente. Spurgeon buscaba hombres que fueran:
1) Verdaderamente nacidos de nuevo.
2) Que hubieran sentido el llamamiento de Dios para el ministerio.
3) Bajo el efecto de los dos puntos anteriores, que hubieran comenzado a predicar, y se mantuvieran activos en esta actividad durante un tiempo considerable, de preferencia dos años.
Spurgeon enfatizaba siempre que él no estaba tratando de “fabricar predicadores” sino de ayudar a personas que ya estuvieran involucradas en esa obra “a convertirse en mejores predicadores”. En el colegio, el aprendizaje era un medio para alcanzar un fin: capacitar a los hombres para que fueran potentes predicadores y fervientes ganadores de almas.
No aceptaba a los estudiantes según su educación o clase social. En algunos casos tenía que enseñar los rudimentos de las letras y hasta analfabetos eran aceptados. En 1878 recibió a un estudiante negro del África. Todos los viernes por la tarde Spurgeon daba una conferencia y de esas conferencias surgió el conocido libro Conferencias a mis Estudiantes, El Arte de la Ilustración y Comentando y Comentarios. Spurgeon también ponía a improvisar a sus estudiantes. Les daba una palabra y sobre ella tenían que predicar. Por ejemplo, a un estudiante le tocó la palabra Zaqueo. Tenía que ponerse de pie y predicar basándose en esa palabra. El estudiante dijo: “Señor Presidente, hermanos, mi tema es Zaqueo, y es un tema muy apropiado para mí, pues, primero, Zaqueo era de pequeña estatura y yo también lo soy; Zaqueo estaba arriba de un árbol, y yo también estoy; Zaqueo se apresuró a bajarse del árbol, y yo también me apresuro a bajarme.” Y se sentó. Todos los demás estudiantes querían que siguiera predicando, pero Spurgeon dijo: “No, no podría agregar nada a una perfecta pequeña conferencia sin arruinarla.”
El Colegio tenía la Sociedad de Evangelistas de los cuales salieron notables evangelistas, tales como William Young Fullerton, y Manton Smith. Los estudiantes también plantaron muchas iglesias. El Colegio asimismo desarrolló una escuela nocturna que proveía una educación básica para adultos. Spurgeon desarrolló en esto, algo que el Gobierno Británico adoptó posteriormente. Muchos de los que terminaban la Escuela Nocturna, seguían luego los cursos del Colegio del Pastor. No tenían exámenes, graduación, ni títulos. Debido a eso y que sólo duraba dos años, le llovían muchas críticas. Pero esta escuela tenía un beneficio que las otras no poseían. El Colegio era parte de la vida del Tabernáculo, y la asociación con una iglesia grande y activa proveía una riqueza de instrucción y un poder de inspiración que no se podía encontrar en ningún otro lado.
Spurgeon tenía un enfoque muy práctico en cuanto al ministerio de sus estudiantes. Cuando las iglesias le pedían recomendaciones, él se metía a fondo en el asunto. Como un ejemplo del punto al que llegaba, tenemos este: una pequeña iglesia del campo le solicitó una vez un pastor, pero ofrecía un salario ridículamente pequeño. Spurgeon les escribió: “el único individuo que conozco que se adecua a ese salario, es el ángel Gabriel. Él no necesitaría ni salario ni vestidos. Él podría bajar del cielo cada domingo y regresar allá por la noche, por lo tanto, yo les aconsejo que lo inviten.”
Charles mostraba el mismo enfoque pragmático con sus estudiantes. Una vez le dijo a uno de sus estudiantes que estaba listo a partir hacia su primer pastorado:
“Quiero que tengas una operación antes de que te vayas. Voy a sacarte uno de tus ojos, voy a taponear uno de tus oídos, y voy a poner un bozal en tu boca. También te voy a conseguir un traje nuevo antes de tu partida, y debes decirle al sastre que en el saco te haga un bolsillo sin fondo. ¿Entiendes mi parábola? ‘Pienso que sí, señor’ replicó el estudiante, ‘pero me gustaría oír su interpretación.’ Bien, habrá muchas cosas en tu gente que tendrás que ver con un ojo tapado, y tendrás que escuchar muchas cosas con un oído tapado, mientras que a menudo estarás tentado a decir cosas que sería mejor no decir, entonces, recuerda el bozal. Después, todo el chisme que oigas en tu labor pastoral, ha de ser colocado en el bolsillo sin fondo.
martes, 15 de abril de 2008
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