Vamos
ahora, pobre alma, si quieres encontrar a Dios, oremos un minuto. “Oh, Dios,
sálvanos, pues sólo Tú puedes hacerlo. Por Tu grande misericordia sana nuestras
heridas, pues de lo contrario nos vamos a desangrar hasta la muerte. Nosotros
nos apoyamos en Tu promesa en Cristo Jesús, Tu Hijo; concédenos Tu salvación
ahora, te lo suplicamos, por Su nombre. Amén”.
C. H. Spurgeon - La Prerrogativa Real
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