El Señor
puede derribar a los hombres en los lugares más impensables. Yo he sabido que
la flecha de la convicción ha alcanzado a un hombre que no había entrado en un
lugar de adoración durante años. Tal es la infinita soberanía de Dios que llama
pueblo mío al que no era Su pueblo, y es hallado por los que no le buscaban.
Sí, incluso en las guaridas del pecado un hombre no está protegido de las flechas
de Dios; me refiero a las flechas del infinito amor de Dios. Dios puede todavía
tocar la conciencia. Ustedes saben que leviatán está forrado en su cuerpo con
escudos fuertes, “cerrados entre sí estrechamente”; con todo, aun en leviatán hay
un punto débil. El astuto cazador sabe cómo encontrarlo. Hay algunos hombres
tan escépticos, tan ateos, tan profanos, tan abominables, que nadie se atreve a
acercarse a ellos; sin embargo, lo hemos sabido –dígase para alabanza de la
gracia soberana- el Señor ha herido aun a esos con Su espada grande y fuerte, y
después los ha sanado mediante Su poderosa gracia. Nunca pierdan la esperanza
por nadie. Si la salvación fuera una obra humana podrían desesperar; pero como
es una obra de Dios, no desesperen de nadie. El desventurado que es lo más
parecido a un demonio encarnado puede convertirse todavía en un ángel de Dios.
Tal es la gracia de Dios que aunque los hombres hagan una alianza con la muerte
y un pacto con el infierno, Él puede romper sus alianzas e invalidar sus pactos,
puede arrebatar la presa de entre las fauces del dragón, y alcanzar renombre
para Él.
C. H. Spurgen - La Prerrogativa Real
No hay comentarios:
Publicar un comentario