miércoles, 8 de enero de 2014

El Evangelio es para los pecadores como pecadores

Entre más espiritual es un hombre, más carnal se considera; y entre más penitente es un hombre, más impenitente se descubre ser. Con frecuencia los hombres más penitentes son aquellos que se consideran los más impenitentes; y si yo he de predicar el Evangelio a los penitentes y no a todo pecador, como pecador, entonces esas personas penitentes que de acuerdo a mis oponentes tienen el mayor derecho a creer, son exactamente las personas que nunca se atreverán a tocarlo porque están conscientes de su propia impenitencia y de su carencia de toda idoneidad delante de Cristo. Pecadores, permítanme dirigirme a ustedes con palabras de vida: Jesús no necesita nada de ustedes, absolutamente nada, no quiere que hagan nada, no quiere que sientan nada; él da tanto el trabajo como el sentimiento. Harapientos, menesterosos, tal como están, perdidos, abandonados, desolados, sin ningún buen sentimiento y sin ninguna esperanza, en esa condición viene Jesús a ustedes, y con estas palabras compasivas se dirige a ustedes: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Si tú crees en Él, jamás serás confundido.
C. H. Spurgeon - El Fundamento de la Fe

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