jueves, 14 de junio de 2012


Cuando el ladrón agonizaba, no dijo: “Juan, ora por mí”. Juan estaba allí. El ladrón no miró a la madre de Cristo diciendo: “Virgen santa, ora por mí”. Podría habérselo dicho. Él no se dirigió a ninguno de los apóstoles ni a los santos acompañantes que estaban en torno a la cruz. Él sabía adónde mirar, y, volviendo sus ojos agonizantes hacia Aquel que sufría en la cruz central, no dijo otra oración que ésta: “Señor, acuérdate de mí”. Es todo lo que necesitas. Ora pidiéndole a Dios, y sólo a Dios, pues sólo de Él debe venirte la misericordia. 
C. H. Spurgeon - Un Ruego Excelente

1 comentario:

David Altamirano dijo...

Gracias señor Allan por sus traducciones. Quisiera que miles y miles de personas de habla hispana lleguen a leer estos escritos tan preciosos y se acerquen cada dia mas a su Señor. Muchas gracias. Yo desde que comence a leer las traducciones cada vez mas siento la gracia de nuestro Dios que llego a mi, siendo un pecador y sin poder acercarme yo de ninguna manera. Cristo lo hizo ya!. Bendiciones. David Altamirano