Cuando el ladrón agonizaba, no
dijo: “Juan, ora por mí”. Juan estaba allí. El ladrón no miró a la madre de
Cristo diciendo: “Virgen santa, ora por mí”. Podría habérselo dicho. Él no se
dirigió a ninguno de los apóstoles ni a los santos acompañantes que estaban en
torno a la cruz. Él sabía adónde mirar, y, volviendo sus ojos agonizantes hacia
Aquel que sufría en la cruz central, no dijo otra oración que ésta: “Señor,
acuérdate de mí”. Es todo lo que necesitas. Ora pidiéndole a Dios, y sólo a Dios,
pues sólo de Él debe venirte la misericordia.
C. H. Spurgeon - Un Ruego Excelente
1 comentario:
Gracias señor Allan por sus traducciones. Quisiera que miles y miles de personas de habla hispana lleguen a leer estos escritos tan preciosos y se acerquen cada dia mas a su Señor. Muchas gracias. Yo desde que comence a leer las traducciones cada vez mas siento la gracia de nuestro Dios que llego a mi, siendo un pecador y sin poder acercarme yo de ninguna manera. Cristo lo hizo ya!. Bendiciones. David Altamirano
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