Yo oro pidiendo que cada miembro de esta iglesia sea un varón de vigor interior y no uno de esos bebés a quienes tenemos que estar cuidando cada día y alimentando con viandas con una cuchara espiritual cada día domingo, sino varones que, por la bendición de Dios, tienen algo en su interior cuyo valor conocen, y a lo que no podrían renunciar aunque todo el mundo los tentara o los amenazara. He comparado a esos sólidos creyentes con navegantes, y no retiraré la comparación, pues necesitamos hombres que puedan decirles a los montes: “Quítate”, y a los valles: “Engrandécete”; y es por tales agentes que el Señor enderezará calzada en la soledad para Su marcha de misericordia.
C. H. Spurgeon - Vida en Abundancia
jueves, 29 de diciembre de 2011
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