3. Lo relativo al alcance del pecado
No debemos cometer ningún error acerca de ésto: la única base segura para nuestro entendimiento es lo que la Biblia enseña. “Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6: 5). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17: 9). El pecado es una enfermedad que invade todas las facultades de nuestra mente: el entendimiento, los afectos, los poderes de razonamiento y la voluntad, todos están infestados. Incluso la conciencia está cegada de tal manera que no se puede confiar en ella como una guía segura para el recto comportamiento, a menos que sea iluminada por el Espíritu Santo.
Todo esto puede quedar oculto por una muestra exterior de cortesía. Es verdad que muchos seres humanos tienen unas nobles facultades y muestran una inmensa capacidad para alcanzar la excelencia en el arte, la ciencia y la literatura. Pero es un hecho que en las cosas espirituales estamos ‘muertos’. Naturalmente no tenemos temor ni amor de Dios en nuestros corazones. Lo que es mejor en nosotros está tan mezclado con la corrupción, que el contraste únicamente sirve para demostrar el alcance del pecado en nosotros.
El poder del pecado es tal que, incluso después de haber experimentado la conversión por la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, sentimos todavía su fuerza. Nunca nos hemos deshecho de las raíces del pecado en nosotros. En cuanto a los creyentes, de lo que podemos estar seguros es que el pecado está debilitado y contenido por la gracia por la gracia de Dios en nosotros. Pero tenemos que pelear diariamente la batalla entre los deseos de la carne y del espíritu, y eso es un testimonio del enorme poder y de la vitalidad del pecado.
No conozco ninguna prueba más sólida de la narración bíblica del origen de la humanidad, que esta universalidad del pecado. Si aceptamos que todos los seres humanos han descendido de una pareja, y que esa pareja se rebeló contra Dios, entonces el estado de nuestra naturaleza humana es fácilmente explicable. Si negáramos la historia del Génesis, como hacen algunos, entonces es difícil explicarnos el sorprendente alcance y poder del pecado hoy día.
Dichoso es el creyente que entiende el hecho del pecado, y que puede decir: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”, sin olvidar jamás que hay que vigilar y orar para no caer en tentación.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad
miércoles, 20 de julio de 2011
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