No obstante lo que leemos y oímos a menudo de parte de los hermanos que sostienen la “doctrina ultrafina”, el Evangelio no es difícil de entender ni de creer. El Señor es el Autor y Consumador de nuestra fe, y nada es difícil ni arduo para Él. Él ha hecho todo el trabajo “difícil” que se requiere para nuestra salvación, y nos lo entrega por Su gracia y no por nuestras obras.
Jesús comparó ser salvo o nacido de nuevo con el simple acto de mirar a la serpiente de bronce y ser sanado por eso (Juan 3: 14-16). El joven Charles Spurgeon descubrió que era simplemente un asunto de “mirar a Jesús” para tener una vida sempiterna.
Es por eso que me apasiona tanto Spurgeon: él no entorpece o desordena el simple Evangelio y la fe simple, con la abundante mezcolanza teórica que leemos y oímos de diferentes grupos.
Spurgeon nos cuenta la historia de un sencillo sujeto llamado “Jack”, quien fue salvado por creer simplemente. Jack no era un tipo muy brillante, pero hacía sus recorridos diciéndole a la gente que era salvo. Muchos dudaban que el simplón de Jack fuera realmente salvo. Jack hacía que todo pareciera demasiado “fácil”, y muchos querían interrogarlo acerca de cosas “profundas”. Jack simplemente respondía a todas sus preguntas diciendo: “yo soy un pobre pecador, y nada más, pero Jesús es mi todo en todo.” Sus críticos y los escépticos no podían mover a Jack de su fe simple. Spurgeon le dedicó cerca de dos páginas, relatando la historia del “pobre Jack” y su testimonio (Volumen 1, New Park Street Pulpit, sermón No.47, La oración de Cristo por Su pueblo).
Hoy día, algunos de los “hermanos ultrafinos en doctrina” (así los llamaba Spurgeon), denigran la fe simple como “regeneración decisional” y “fe fácil”, etc., y proclaman una norma de salvación que equivale a una forma de salvación por obras. Pero por la gracia de Dios, la salvación es “fácil” y el Evangelio es “simple” a pesar de lo que los hermanos digan y piensen.
Spurgeon dijo: “¡Oh, fe sencilla, tú tienes las llaves del reino! Ven, y sé bienvenida”.
Spurgeon predicó un sermón sobre Juan 1: 12, 13, y sus palabras iniciales fueron: “Todo aquí es simple; todo es sublime. Aquí tenemos ante nosotros ese Evangelio sencillo por medio del cual hasta el más ignorante puede ser salvo” (La simplicidad y sublimidad de la salvación, Vol.38, El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano).
Decía que era tan simple que “niños de tres y cuatro años de edad han podido entenderle sin ninguna duda; y ha habido muchas personas, no muy distantes de la idiotez, que han podido creer; una doctrina que necesita ser razonada, podría requerir de cierto grado de desarrollo mental, pero el simple acto de confiar no requiere de nada de esa índole”.
Ahora, la razón por la que Spurgeon creía que era tan simple, es porque creía que la Palabra de Dios es poderosa, y el Espíritu Santo acompaña a la Palabra, y eso es lo que vence la resistencia de la naturaleza humana, y la vuelve fácil de creer.
“Esto es un asunto muy simple”, decía, “una grano de fe vale más que un diamante del tamaño del mundo… La salvación es un asunto muy simple. ¡Dios, ayúdanos a verla simplemente y prácticamente, y a recibir a Cristo, y a creer en Su nombre! Yo repito esto una y otra vez, y no me salgo de esto, porque encuentro que esta medicina cura todas las enfermedades del alma, mientras que la charlatanería humana no cura nada. Sólo Cristo es el único remedio para las almas enfermas por el pecado. Me identifico con Lutero cuando dijo: 'He predicado la justificación por fe con tanta frecuencia, y a veces siento que ustedes son tan lentos para recibirla, que casi quisiera tomar la Biblia, y golpear sus cabezas con ella'."
Spurgeon contaba acerca de una mujer que le oyó predicar, pero que no creía. Quería que Spurgeon orara por ella para que fuera salva. Spurgeon le dijo: “No, no voy a orar por usted… Yo le expongo a Cristo crucificado y le ruego que crea en Él. Si no quiere creer en Él, estará perdida; y no voy a pedirle a Dios que establezca un camino especial de salvación para usted. Usted merece ser condenada si no cree en Cristo.” El resultado inmediato fue que la mujer exclamó: “¡Oh, puedo ver ahora! Veo en verdad a Cristo, y confío en Él.”
Todo es muy simple, ¿no es cierto? Sin embargo, da la impresión que algunos hermanos, después de todos estos años, todavía están tratando de “recuperar el Evangelio”.
¿Cuándo aprenderán que el Evangelio es muy simple, y creer es tan fácil?
lunes, 1 de diciembre de 2008
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