martes, 10 de mayo de 2011

Unas sabias palabras del pastor Spurgeon

Amados hermanos míos, el hecho de que una doctrina sea creída por lo que podría ser llamado cortesmente “la iglesia”, no es ninguna salvaguarda para ella; la mayoría de nosotros casi consideraría que es necesario preguntarnos si una doctrina pudiera ser verdadera cuando ha sido avalada por esas grandes corporaciones mundanas que han usurpado el nombre de las iglesias de Cristo. Muchas denominaciones reclaman una sucesión apostólica, y si hay alguien que la posee, los bautistas son los más probables, puesto que practican las ordenanzas como les fueron entregadas; pero nosotros no nos preocupamos de rastrear nuestro linaje a través de la larga línea de mártires y de hombres aborrecidos por los eclesiásticos. Si pudiéramos hacer esto sin ninguna interrupción, el resultado no sería de ningún valor en nuestros ojos; pues el andrajo de la “sucesión apostólica” no es digno de un espacio en la bodega. Quienes contienden por una ficción pueden monopolizarlo si quieren. Nosotros no recibimos la revelación de Dios porque haya sido recibida por una sucesión de padres, monjes, abades y obispos. Nos agrada percibir que algunos de ellos vieron la verdad de Dios y la enseñaron, pero eso no la convierte en una verdad para nosotros. Cada uno de nosotros querría decir: “Os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre”. Nunca pensamos en citar a la comunidad de hombres llamada: “la iglesia” como la autoridad definitiva para la conciencia. “Nosotros no hemos aprendido así a Cristo”.
Sermón no.2185 - Nuestro Manifiesto

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