jueves, 19 de mayo de 2011

Aspectos de la Santidad

5. ¿Es sabio entender la expresión ‘Cristo en nosotros’ de una manera que le dé a esa expresión una importancia que no es bíblica?

La expresión es sin duda escritural; (Romanos 8: 10; Gálatas 2: 20; Efesios 3: 17; Colosenses 3: 11). ¡Y algunas personas han sugerido de hecho que hemos de entender que esta verdad significa que el creyente no es responsable por lo que haga, puesto que es Cristo en él quien lo realiza todo! Eso no puede ser correcto.

Hacer esa aseveración es ignorar el hecho de que la presencia de Cristo en el creyente es por la presencia del Espíritu Santo en él. Cristo, como nuestro Sumo Sacerdote resucitado, está especialmente a la diestra de Dios intercediendo por Su pueblo hasta que regrese de nuevo. El Espíritu Santo es el Consejero que ha de estar con nosotros para siempre (Juan 14: 16), para llevar a cabo Su obra especial de instarnos a la santificación. No olviden nunca que una verdad distorsionada, como algunos han distorsionado esta verdad de ‘Cristo en nosotros’, es el punto de partida de peligrosas herejías.

6. ¿Es sabio establecer una separación entre la conversión y la consagración, o ‘la vida superior’, como lo han hecho algunos?

Hay una opinión que afirma que hay dos tipos de cristianos: los convertidos y los que gozan de la vida superior de completa consagración. Se sugiere que puede haber súbitos saltos instantáneos que van de la conversión a la consagración, como si el creyente necesitara de una segunda conversión. Yo sospecho que quienes usan un lenguaje así tienen una visión rastrera de la conversión.

La única división de la que habla la Palabra de Dios es la que existe entre el creyente y el incrédulo, entre los que están espiritualmente vivos y los que están espiritualmente muertos. Dentro de cada uno de estos dos grupos hay indudablemente medidas variables de pecado y de gracia. Y para el creyente tiene que haber un crecimiento gradual en la gracia, en el conocimiento, y en la inclinación hacia lo espiritual. Pero yo no veo en la Biblia súbitos saltos instantáneos que van de la conversión a la consagración.

Yo dudo, en verdad, que una persona pueda ser convertida si no está consagrada a Dios. El cristiano siempre pudiera estar más consagrado a Dios, conforme la gracia de Dios crezca en él. Pero sugerir que alguien pueda experimentar el nuevo nacimiento y no estar consagrado a Dios me sugiere un pobre entendimiento de lo que significa la conversión.


J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad


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