12 de Mayo – 1850
Uno de los días del Hijo del hombre. ¡Qué felicidad será cuando el día de reposo no termine nunca! Fui a la escuela dominical a las 9, me quedé hasta el servicio de las 10: 30, salí a las 12: 15; escuela dominical a la 1: 45, servicio de las 3 a las 4, y visitas hasta las 5. De esa manera el día ha sido ocupado plenamente. El sermón de la mañana fue sobre 1 Corintios 4: 7. En verdad yo no tengo nada que no haya recibido; no puedo jactarme de una justicia inherente. Si el Señor no me hubiera elegido, yo no lo habría elegido a Él. ¡Gracia! ¡Gracia! ¡Gracia! Todo es por gracia. Yo no puedo hacer nada, yo soy menos que nada; sin embargo, ¡qué diferencia: una vez fui un esclavo del infierno, ahora soy un hijo del Dios del cielo! ¡Ayúdame a caminar de manera digna de mi excelsa y exaltada vocación! Por la tarde, el Salmo 48: 14, “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aun más allá de la muerte”. No podría desear un mejor Guía, o un Amigo más perdurable; Él me guiará a Su manera.
Señor, no permitas que yo elija el camino, y no permitas que me descarríe por una vereda apartada del prado; ¡sería preferible que me lleves directo a la gloria! Por la noche, Hechos 17: 11. La Palabra de Dios es mi mapa. Señor, dame más de la nobleza de Berea; ¡concédeme Tu gracia para escudriñar las Escrituras, y para ser sabio para vida eterna! Tuyo es el don, yo no podría hacerlo sin Ti. ¡Otra vez quiero entregarme de manera renovada a Ti; ata el sacrificio con cuerdas a los cuernos del altar! ¡No permitas que me aparte de Ti; sostenme firme en Tus clementes brazos! Que Tu omnipotencia sea mi protección, Tu sabiduría mi dirección, Tu gracia mi salvación. “Creo; ayuda mi incredulidad”.
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