viernes, 3 de abril de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.24

Menton, miércoles por la noche (sin fecha)

A mis queridos amigos del Tabernáculo:

Como les escribí hace sólo unos cuantos días, no tengo nada nuevo que reportarles, excepto que cada día siento la necesidad y compruebo el valor del descanso que estoy principiando a disfrutar. Acabo de llegar a Menton esta tarde, pero la tibia luz del sol y la clara atmósfera me hacen sentir como si hubiese llegado a otro mundo, y tienden a revivir mi mente desfallecida.

Sería muy bueno que pudiese escribirles sin hacer referencia a mi persona, y hacerlo únicamente para su edificación. Perdonen la necesidad que existe de mencionar mi salud; me agradaría mucho poder continuar trabajando y no tener que mencionar mi desventurada condición personal. Mi mente recorre continuamente la obra de casa, los servicios, el Colegio, el orfanato, los Colportores, la escuela dominical, las próximas reuniones que se han de celebrar y así sucesivamente. Veo todas las cosas con el ojo de mi mente y me pregunto cómo proseguirán, y luego le pido a Dios y lo dejo todo con ‘el gran Pastor de las ovejas’. Está también mi hermano, y están todos los líderes, y ellos vigilarán por el bien de la iglesia, y quienes son más espirituales y de mayor crecimiento entre ustedes también se preocuparán por el estado de la obra, y así el Señor usará su instrumentalidad para Su gloria. Somos puestos como signo y señal del poder del Evangelio ‘anticuado’, y estamos obligados a demostrar a todos los que nos rodean, que la verdad no sólo puede reunir sino que puede sostener. No sólo reúne a los hombres forzadamente, sino que los une, y hace eso, no por medio de algún predicador dotado sino por medio de su propia fuerza intrínseca. Esta aseveración necesita ser demostrada y ustedes la demostrarán.

Que Dios, el Espíritu eterno more en todos ustedes, amados, y los conduzca a ser fuertes en la unción del Santo. Que los pobres sean consolados, los enfermos sean apoyados, los guerreros sean fortalecidos y los obreros sean sostenidos. Mi amor sincero está siempre con ustedes.

Suyo en Cristo Jesús

C. H. Spurgeon

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