Debemos recordar que cuando Spurgeon predicaba en Royal Surrey Gardens Music Hall, lo hacía a multitudes que promediaban las diez mil personas.
Un día, tres jóvenes entraron al salón cuando Spurgeon se encontraba predicando allí, y se sentaron en un lugar muy conspicuo, y se quedaron con sus sombreros puestos. Algunos líderes de la iglesia les pidieron que se quitaran sus sombreros, pero ellos no hicieron caso. Eventualmente, Spurgen los vio, y desvió su sermón para comentar el respeto que todos está obligados a rendir por los sentimientos y costumbres de otras personas. 'El otro día', -dijo- 'fui a una sinagoga judía, y naturalmente descubrí mi cabeza, pero mirando a mi alrededor, percibí que todo el resto de los presentes llevaban sus sombreros puestos, así que, no deseando ofender lo que supuse que era su práctica reverente, -aunque contraria a la mía- me adpaté al uso judío, y me volví a poner el sombrero. Ahora, les voy a pedir a esos tres jóvenes judíos que están sentados en aquel balcón, que muestren alguna deferencia a nuestra práctica cristiana en la casa de Dios, así como yo estuve presto a mostrarla hacia los judíos cuando visité su sinagoga, y que se quiten sus sombreros'. Por supuesto que después de esta súplica amable y sensible, no pudieron hacer otra cosa que cumplir con la petición.
lunes, 30 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario