lunes, 3 de junio de 2013

Los buenos ministros del Evangelio escasean



Pudiera ser que en esta tierra nuestra los ministros del Evangelio se vuelvan lo suficientemente escasos en años por venir. Si la tendencia al papado que ahora prolifera en la Iglesia de Inglaterra siguiera aumentando, pudiera llegar el día cuando la voz del ministerio cristiano sea silenciada por ley, y que se permita que la persecución se agrave, pues no se engañen, Roma no ha cambiado sus puntos de vista, y basta que tomara de nuevo el poder para que todas las leyes penales fueran puestas nuevamente en vigor, y ustedes que son protestantes pero que desechan sus libertades como algo sin valor, lamentarán el día en el que permitieron que colocaran las viejas cadenas alrededor de sus muñecas. El papado encadenó y mató a nuestros antepasados y con todo, nosotros lo estamos convirtiendo en la religión nacional. O si nunca llegara a ser un tema de ley que los ministerios fuesen silenciados, con todo, pudieran escasear más y más a tal grado que un niño pudiera ponerlos por escrito. Aun ahora no tenemos demasiados ministros fieles de Cristo, pero incluso ellos pudieran ser llamados a irse. El Señor pudiera decirle a este pueblo culpable: “He aquí, voy a recoger a mis profetas y a mis mensajeros porque ustedes no los oyeron mientras los tenían. No los tuvieron en estima cuando clamaban a ustedes mañana, tarde y noche y les pedían que se aferraran a Jesucristo y fueran salvos, y por tanto, he aquí, voy a quitar a sus maestros y voy a llevarlos lejos de ustedes y ya no verán más sus rostros”. ¿Están preparados para eso? ¿Qué son los días de guardar para algunos cristianos que conozco, sino días de amarga decepción? Asisten a sus lugares de culto como una cuestión de deber, pero no son alimentados, ni son consolados, ni son conmovidos; no reciben ningún aliento divino, ni encuentran ninguna influencia en el ministerio que les ayude en su camino. ¿Acaso no hay cientos de predicadores que no edifican y cientos de congregaciones donde el servicio del día domingo es un fastidio y una desgracia? Que Dios les conceda que nunca tengan que lamentar y añorar los días felices cuando el Evangelio era predicado entre ustedes con sencillez y denuedo. Pero recuerden que si esos días no fueran valorados, podrían llegar rápidamente a un fin. Las debilidades del cuerpo y las frecuentes enfermedades no sólo son admoniciones para el predicador, sino también para sus oyentes. 
C. H. Spurgeon - sermón #1323 - ¿Y Por Qué No?

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