Queridos
amigos, cuando les sobrevenga alguna tribulación muy grande, sería bueno
algunas veces que les pidieran a algunos hermanos y hermanas que no pueden
hacer mucho, pero que pueden hacer algo, que vengan y velen con ustedes y oren
con ustedes. Si no les hace ningún bien a ustedes, será bueno para ellos; pero
les hará bien a ustedes también, estoy seguro de ello. A menudo –debo
confesarlo- cuando me he sentido deprimido a causa de mi enfermedad más
reciente, he contado con dos hermanos que se han puesto de rodillas conmigo en
oración, y sus honestas, sinceras y fervorosas oraciones en mi estudio me han
propulsado con frecuencia hasta la dicha y la paz. Yo creo que les ha hecho
bien a ellos también; sé que a mí me ha hecho bien, y estoy seguro de que tú
podrías ser a menudo de bendición para otros si no te importara confesarles que
estás deprimido y triste en el corazón. Di: “entra en mi habitación, y vela
conmigo una hora”; y a esa solicitud puedes agregar esta otra: “Entra y ora
conmigo”, pues algunos de ellos pueden orar tan bien como tú lo haces e incluso
mejor. Entonces imita al Salvador esforzándote no sólo en orar tú mismo, sino
en llamar en tu ayuda, cuando sea inminente una gran tribulación, a la legión
de los elegidos de Dios que oran.
C. H. Spurgeon - Jesús en Getsemaní
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