f) Siendo santos ayudamos a otros a buscar la santidad.
Nuestras vidas serán siempre un ejemplo ya sea para bien o para mal, un sermón
silencioso que otros pueden leer. Es triste que nuestro sermón sea para la
causa del diablo y no para la causa de Dios. ¡Oh, por causa de otros -aunque
ésa fuera la única razón- esforcémonos por ser santos! “Para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin
palabra… considerando vuestra conducta casta y respetuosa (1 Pedro 3: 1).
g) Nuestro presente solaz depende de nuestra santidad. Con
demasiada frecuencia olvidamos la conexión que hay entre el pecado y la
aflicción. Olvidamos que el plan de Dios es que nuestra felicidad dependa de
cómo cumplimos Su voluntad. “No amemos de
palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. En esto sabremos que
pertenecemos a la verdad y tendremos la conciencia tranquila ante Dios” (1
Juan 3: 18, 19). Cuando los discípulos abandonaron a Cristo y huyeron,
escaparon al peligro pero fueron desdichados. Cuando más tarde confesaron al
Señor valerosamente delante de los hombres se alegraron y estaban gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta
por causa del Nombre (Hechos 5: 41).
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad
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