miércoles, 11 de abril de 2012


Como ministros del Evangelio debemos recordar lo que bellamente dijo M’Cheyne: “Pueden estar seguros” –dijo- “de que es la Palabra de Dios y no el comentario del hombre sobre la Palabra de Dios, lo que salva a las almas”; y yo he observado que si alguna vez llegamos a presenciar una conversión, en el noventa y nueve por ciento de los casos la conversión es más bien atribuible al texto del sermón, o a alguna Escritura citada en el sermón, que a cualquier comentario del predicador, fuera trillado u original. La Palabra del Señor es la que rompe los grilletes y libera a los prisioneros; es la Palabra de Dios la que salva instrumentalmente a las almas y, por tanto, tenemos que cotejarlo todo con la piedra de toque. “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. 
C. H. Spurgeon - Escrudiñad las Escrituras

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