domingo, 7 de septiembre de 2008

Cartas desde el sufrimiento - No.5

Menton
28 de Febrero de 1878

Queridos amigos:

Me alegro de que el tiempo de mi regreso a ustedes sea ahora un asunto de unos cuantos días y tengo toda esperanza, si Dios así lo quiere, de regresar con una salud restablecida y una mente restaurada. Tal vez nunca antes mi espíritu se ha visto tan abatido, pero nunca había sido restaurado más misericordiosamente. Que el Señor santifique tanto la prueba como la recuperación, de tal manera que pueda yo ser un instrumento más apto en Su mano para promover Su gloria y el mayor bien para ustedes.

La última quincena de descanso adicional fue sabiamente prescrita por una mano superior a la de los buenos diáconos que me la sugirieron, pues sin ese reposo no habría tenido el espacio para superar un ataque de dolor que me sobrevino, y que me depuró mucho por su violencia. Los últimos días serán lo mejor de todo, me parece, cuando ya no tenga que estar atento a la recuperación sino que estaré completamente descansado.

Las buenas noticias del Tabernáculo continúan siendo como agua fresca para un alma sedienta. Ustedes han gozado de maravillosos tiempos de refrigerio; espero que su influencia permanezca en ustedes. No deben echarse a dormir a mi regreso ni en ningún otro momento, sino que han de continuar laborando consistentemente, velando por las almas. Los esfuerzos esporádicos ayudan mucho, pero mantener el paso a un alto y constante nivel es lo más importante. Inclusive un inválido puede llevar a cabo un gran esfuerzo cuando alguna notable ocasión le induce a hacerlo, pero un constante y vigoroso esfuerzo pertenece únicamente a quienes poseen una fuerza vital y mucha energía. Espero que toda nuestra iglesia demuestre ser potente en el Señor y en el poder de Su fuerza, al desempeñar crecientemente su obra de fe y su labor de amor.

En estos días somos considerados como puritanos y anticuados, y de esto, así confío, nunca nos avergonzaremos, sino que lo ostentaremos como un ornamento. La vieja fe ortodoxa no es para nosotros un credo desgastado de edades pasadas sino una cosa de poder, un gozo por siempre. En el nombre del Señor que es honrado por esa fe, proseguimos hacia delante proclamando una y otra vez las doctrinas de la gracia de Dios, la eficacia de la sangre del Divino Sustituto, y el poder del Espíritu Eterno; y nos sentimos seguros de que sin importar quién se oponga, el Evangelio omnipotente prevalecerá. Las multitudes tienen hambre de ese pan anticuado con el que sus padres se alimentaron, y demasiados predicadores les dan ahora piedras recién labradas y les piden que admiren la habilidad de los escultores modernos. Nosotros tenemos la intención de apegarnos a la distribución del pan y los picapedreros no se enfrentarán a nuestra competencia en su diversión favorita. Hermanos, únicamente una iglesia viva, santa, llena de oración y activa puede dar la victoria a la vieja verdad. Vinculada a la masa de meras profesiones, no realizará proeza alguna. Para ustedes y para mí hay un creciente llamado para una mayor espiritualidad y un mayor poder divino, pues el trabajo que tenemos por delante aumenta en dificultad.

Que el Señor esté con todos ustedes, y con su pastor, diáconos y ancianos.

Eso pide su amante pastor,

C. H. Spurgeon

Nota: Spurgeon regresó al púlpito del Tabernáculo el 17 de Marzo, y hasta el mes de Noviembre gozó de buena salud y estuvo muy ocupado en todas las áreas de la obra. Se llenó de gozo ese año al ver ‘las primicias’ de la obra del orfanato, ya que uno de los antiguos huérfanos asumió el pastorado de una iglesia en Cambridgeshire. La membresía del Tabernáculo ese año excedió a las 5,000 personas a pesar de que un ‘batallón’ de 250 miembros fue enviado para formar una nueva iglesia en Peckham. El Colegio del Pastor contaba en ese año con 100 estudiantes.

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