Además, es
preciso recordar que no había nada
visible, de ningún tipo, para la adoración del judío. No es así en la
simbología de esa falsa Iglesia que está tratando de levantar y de revivir esos
míseros elementos; allí los hombres se inclinan delante de un cruz; un trozo de
pan dentro de un estuche es reverenciado y tratado con adoración; paños raídos
y andrajos podridos, llamados reliquias, son el blanco de la adoración; pero no
había nada parecido a eso entre los judíos; ellos adoraban viendo hacia el
templo, pero no adoraban al templo, o al propiciatorio, o al altar, o a ningún
otro emblema. ¿Acaso no se dice expresamente: “Ninguna figura visteis”? Cuando
Dios descendió sobre el Sinaí y todo el pueblo adoró allí, no vieron nada que
se atrevieran a adorar; Dios seguía siendo invisible para ellos, y tenían que
ejercitar sus facultades mentales en la adoración del Dios invisible. Cuando
una vez se pensó que los poderes milagrosos de la serpiente de bronce le daban
el derecho a la adoración, Ezequías la llamó Nehustán, esto es, cosa de bronce, y la hizo pedazos. De
manera que con todo su esplendor de imágenes, ornamentos bordados, y pectoral reluciente,
había en gran medida un poderoso elemento de espiritualidad aun en cuanto a la
adoración aarónica; sólo me refiero, por supuesto, a los hombres espirituales. El
propio David dejó completamente atrás lo externo cuando declaró: “Sacrificio y
ofrenda no te agrada”; y también cuando dijo: “Porque no quieres sacrificio,
que yo lo daría”. El profeta declara que Dios está hastiado de sus sacrificios,
y en otro lugar el Señor mismo dice que si pudiéramos presentarnos delante de
Él con ríos de aceite, o con diez mil porciones del sebo de animales gordos, no
nos aceptaría con esas cosas. Que obedecer es mejor que el sacrificio es lo que
se nos dice incluso bajo la ley. De manera que aun allí, aunque no tan
claramente como ahora, se enseñaba y se declaraba la espiritualidad de la adoración.
C. H. Spurgeon - sermón #695 - El Hacha Puesta a la Raíz
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