3. ¿Cómo podemos calcular el costo
correctamente?
No hay nada que pueda atemorizarnos si calculamos el costo
de ser cristiano de una manera correcta. Cualquier costo que sea requerido de
nosotros puede ser pagado, si nuestra fe es fuerte. Nos basta con leer acerca
de tales personajes bíblicos como Noé, Moisés y Pablo para darnos cuenta de que
sin una sólida fe en Dios, el costo de lo que Él les pedía habría sido
demasiado grande para que lo pagaran ellos. Podría costar mucho ser un
verdadero cristiano, pero contra eso hemos de poner siempre la recompensa de la
gloria del cielo.
a) Entonces comparemos las pérdidas y las ganancias.
Podríamos perder algunas cosas de este mundo temporal, pero ganar la salvación
eterna de nuestras almas.
b) Comparemos la alabanza y la censura. ¡Otras personas
querrán culparte, pero, como Su hijo, tienes la alabanza de Dios!
c) Comparemos los amigos y los enemigos. De un lado están
el demonio y la gente malvada. Pero del otro están el favor y la amistad del
Señor Jesucristo, que ha derrotado al demonio.
d) Comparemos la vida presente con la vida venidera.
Podría haber ahora luchas y tribulaciones, pero sólo duran unos cuantos años.
Por otro lado está la vida eterna del cielo, donde no hay pecado, ni lucha ni
tribulación.
e) Comparemos los placeres del pecado contra la bendición
del servicio de Dios. Los placeres de este mundo son insatisfactorios; brillan
durante unos instantes y luego se desvanecen. Dependen mucho de infelices
circunstancias. Pero las bendiciones de Dios son perdurables, y no dependen de
las circunstancias terrenales.
f) Cuenten y comparen los problemas que pudiera tener un
cristiano contra los que están reservados para los impíos. Nada de lo que los
cristianos están llamados a sufrir puede compararse con la ira eterna de Dios
sobre los impíos.
Con frecuencia sumas de este tipo no se realizan correctamente,
o ni siquiera se realizan. Algunos no pueden decidir si vale la pena servir a
Cristo. El gran secreto de calcular el costo de una manera correcta es tener
una fe firme. Yo te exhorto, querido lector, a que consideres si tu presente
religión te cuesta algo en absoluto. Te exhorto a que consideres cuánto le ha
costado a Dios traer la salvación a los pecadores en este mundo. ¡Te exhorto a
que consideres cómo, cuando estés en la gloria del cielo, pudieras volver tu
mirada al pasado y asombrarte de que pudiste llegar a pensar que el costo en
que habías de incurrir era demasiado!
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad
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