miércoles, 21 de julio de 2010

La señora Spurgeon escribiría más tarde sobre este período: "El Señor muy gentilmente nos concedió a ambos, tres meses de perfecta felicidad terrenal, aquí en Menton, antes de llevárselo al lugar muchísimo mejor de Su propia gloria e inmediata presencia. Durante quince años, mi amado había anhelado traerme aquí; pero no había sido posible hacerlo antes… Dimos largos paseos diariamente, y cada lugar que visitamos fue una entrada triunfal para él. Su goce fue intenso, y su deleite fue exuberante. Se veía que gozaba de una perfecta salud, y se regocijaba con el ánimo más resplandeciente. Luego, también, con cuánta felicidad apacible y profunda se sentaba, día tras día, en un acogedor rincón de su soleada habitación, escribiendo su última labor de amor, el comentario sobre el Evangelio de Mateo… Hasta los últimos diez días de su dulce vida, parecía que la salud retornaba, aunque lentamente; teníamos sólidas esperanzas de su plena recuperación, y él mismo creía que viviría para declarar de nuevo a su amado pueblo y a los pobres pecadores 'las inescrutables riquezas de Cristo'".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quería dar gracias a Allán Román por las traducciones de las predicaciones de Spurgeon. Están siendo de tremenda bención para mi vida. Llevo más de 20 año en el Señor y es ahoro cuando las descubro. Me están renovando. Gracias de nuevo. Teresa