Esta es la manera de ver las cosas en nuestros días. Necesitamos una forma más efectiva de resolver las cosas. Esperar hasta que la gente sea nacida de nuevo, y se vuelva seguidora de Cristo, es un largo proceso: debemos abolir la separación entre los regenerados y los no regenerados. Vengan a la iglesia, todos ustedes, convertidos e inconversos. Ustedes tienen buenos deseos y buenas resoluciones, eso bastará: no se preocupen por otra cosa. Es cierto que no creen en el Evangelio, pero nosotros tampoco creemos. Ustedes creen una cosa u otra. Vengan, y si no creen en nada, no importa; su “duda honesta” es más que la fe.
“Pero” – dirás- “nadie habla así”. Posiblemente no usen las mismas palabras, pero este es el significado real de la religión del presente día; esta es la tendencia de los tiempos. Yo puedo justificar la más categórica declaración que estoy haciendo, por la acción o por el lenguaje de ciertos ministros, que están traicionando arteramente a nuestra santa religión bajo la pretensión de adaptarla a esta era progresiva.
El nuevo plan es asimilar la iglesia al mundo, y de esta manera incluir un área más extensa dentro de sus límites. Mediante actuaciones semidramáticas hacen que las casas de oración se asemejen a un teatro; convierten sus servicios en exhibiciones musicales, y sus sermones los vuelven arengas políticas o ensayos filosóficos; de hecho, convierten al templo en teatro, y a los ministros de Dios los vuelven actores, cuyo oficio es divertir a los hombres.
Tomado del sermón No.2047, Vol. 34, del Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, titulado: Sin Transigencias
martes, 30 de octubre de 2007
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1 comentario:
Hermanos. Esto es increible, lo dijo El señor Spurgeon hace más de 100 años. Pienso que si viera los circos y la blasfemia a donde ha llegado la religión, no sé qué diría. En Guatemala es una vergüenza estos grupos carismáticos. Dios nos ayude a mantener esa línea divisoria para Su honra y gloria.
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