29 de Abril – 1850
Asistí a la reunión de oración. Reflexioné sobre Mateo 8: 20. Cuando cuento con la presencia del Señor nada es una penalidad para mí. Me encantaría posar con mi Maestro, y soportar todas las cosas por Él. Mi primer amor no debe enfriarse. No tengo fuego en mi interior para mantenerlo vivo; sólo Tú puedes hacer esto, mi Señor y mi Dios. Quisiera consagrarme a Ti de nuevo, y gloriarme únicamente en Tu cruz, y en Tu vergüenza.
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