¿Qué lección práctica podemos aprender del ejemplo de Moisés?
a) Si deseas ser un verdadero cristiano debes elegir el
camino de Dios y no el camino del mundo. Tienes que estar preparado para
aceptar cosas duras y difíciles, y para rehusar esas cosas fáciles y
confortables que no sean la voluntad de Dios. El mundo en nuestro día es como
era en el día de Moisés: los corazones de la gente están endurecidos todavía
contra Dios, y el pueblo de Dios es todavía despreciado. La pregunta importante
es: ¿Quieres ser salvado? Entonces recuerda que has de elegir a quién servirás.
Tienes que dejar a los hijos de este mundo. No puedes servir tanto a Dios como
al mundo.
¿Estás haciendo tales sacrificios? ¿Te cuesta algo tu
religión? ¿Estás dispuesto a renunciar a todo aquello que te impida acercarte a
Dios? ¿Hay algo en tu forma de vida que colisiona con tu religión? ¿O has
suavizado y redondeado todo en tu religión para que se adapte convenientemente
a la manera en que vives? ¡Escudriña y ve!
b) Lo único que te capacitará a elegir a Dios en vez del
mundo es la fe. Una religión que ha de sobrevivir tiene que tener un cimiento
vivo y no hay ningún otro sino la fe. Tiene que haber una creencia real de que
las palabras de Dios son confiables prescindiendo de cuán desagradables
pudieran parecer, y que Su camino es correcto y todos los demás son erróneos.
Tienes que aprender que las promesas son mejores que
posesiones; que lo que no es visto es mejor que lo que es visto; que la
alabanza de Dios es mejor que la alabanza de hombres y mujeres. Entonces y sólo
entonces tomarás una decisión como Moisés y preferirás a Dios sobre el mundo.
Noé, Abraham, Rut, Daniel, todos ellos actuaron como lo hicieron porque creyeron
en Dios, como Moisés.
c) La razón por la cual tantas personas son impías y
mundanas es porque carecen de fe. No piensan realmente que lo que Dios dice es
verdadero. Hay incluso muchos que se llaman a sí mismos cristianos que no
pensarían nunca en hacer lo que hizo Moisés.
Tales personas no creen en el infierno, y por tanto, no
huyen de él. No creen en el cielo, y por tanto, no lo buscan. No creen en la
culpa del pecado y así no se apartan de él. No creen que necesitan a Cristo y
así no confían en Él. No sienten confianza en Dios, y entonces no hacen nada
por Él. La fe que no influencia nuestra norma de vida no es verdadera fe.
d) El secreto de hacer grandes cosas para Dios es tener
una gran fe. En tu caminar con Dios irás sólo tan lejos como creas y no más
allá. Tu paz, paciencia, valor, celo y servicio para Dios no serán más grandes
que tu fe en Él.
Cuando lees las vidas de los grandes cristianos del pasado
encontrarás que fue su fe la que fue la inspiración de su santidad. Eran tan
entregados a la oración porque la oración es la fe hablando con Dios. Eran tan
diligentes porque la diligencia es fe en acción. Eran tan valientes porque el
valor es fe cumpliendo su deber. Eran santos porque la santidad es fe en el
proceso de hacerse visible.
¿Deseas dejar en claro que, como Moisés, tú elijes a Dios
y no al mundo? Entonces anda y clama al Señor Jesucristo pidiéndole: ¡Señor,
aumenta mi fe! La fe es la raíz de un carácter cristiano verdadero. Si tu raíz
es la debida, serás fructífero. Tu prosperidad espiritual será siempre tan
grande como tu fe. ¡Toma a Moisés como ejemplo para ti!