jueves, 31 de mayo de 2012


“Todo santo es una imagen de Cristo, pero un santo pobre es Su exacta imagen, pues Cristo fue pobre”.
C. H. Spurgeon, sermón #542 – Vol. 9

miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Qué están haciendo que está mal? Yo no los conozco tan íntimamente como para poder decir qué es lo que está mal con ustedes; pero conocí a un hombre que no podía obtener nunca la paz con Dios porque había altercado con su hermano, y como no quería perdonar a su hermano, no era razonable que esperara recibir el perdón de Dios.

Había otro hombre que buscó al Señor durante largo tiempo, pero no podía obtener nunca paz por esta razón: era un viajante de paños, y tenía lo que se suponía que era un medidor de yardas, pero el medidor no tenía las medidas completas; y, un día, durante el sermón, sacó su medidor corto en el lugar de adoración, y lo rompió contra su rodilla, y entonces encontró la paz con Dios cuando renunció claramente a aquello que había sido el instrumento de su fechoría. Él había buscado en vano el perdón todo el tiempo que había perseverado en el mal; pero tan pronto como renunció a eso, el Señor susurró paz a su alma.

¿Acaso alguno de ustedes toma "una embriagante gota en exceso" en casa? ¿Acaso es ese su pecado apremiante? Me dirijo a las mujeres lo mismo que a los hombres cuando formulo esa pregunta. Ustedes se ríen por la sugerencia, pero no es un asunto de risa, pues es tristemente cierto que muchos, de quienes no se sospecha que lo hagan, son culpables de beber en exceso. Ahora, podría ser que nunca hubiera paz entre Dios y su alma hasta que la copa sea suprimida. La copa debe desaparecer si Dios ha de perdonar su pecado; así que entre más pronto desaparezca, mejor será para ustedes.

Tal vez, en su caso, el pecado sea que no gobiernan sus familias debidamente. Cuando sus hijos hacen algo malo, ¿no son censurados nunca? ¿Se les permite de hecho que crezcan para que sean hijos del demonio? ¿Esperan que Dios y ustedes estén de acuerdo mientras esto sea así? Piensen en qué queja tenía Dios con Elí en relación a ese tema, y recuerden cómo terminó esa contención, porque Elí increpó blandamente a sus hijos: "¿Por qué hacéis cosas semejantes?", pero no los reprimió cuando se envilecían.

Miren, queridos amigos, Dios no nos salvará debido a nuestras obras; la salvación es enteramente por gracia, pero luego esa gracia se muestra al conducir al pecador sobre quien es concedida, a renunciar al pecado al que se había entregado anteriormente. 
C. H. Spurgeon - Sermón no. 2705
Si el hombre deshonesto prospera en el mundo, ¿es eso acaso una bendición para él? No, ciertamente no; pues únicamente se volvería más deshonesto. Si un hombre practica el libertinaje y escapara a sus consecuencias en esta vida, ¿es eso acaso una bendición para él? No; pues se convierte en un mayor libertino; y si Dios no castigara a los hombres por su pecado, sino que les permitiera ser felices en el pecado, sería una mayor maldición para ellos que si Él viniera y les dijera: "Por cada transgresión de mi justa ley, habrá un debido castigo; y para todo mal moral sobrevendrán también males físicos en aquellos que los cometan."
Yo doy gracias a Dios porque no permita que el pecado produzca felicidad; bendigo a Dios porque pone el castigo a espaldas del mal, pues así debería ser. La maldición del pecado está en el propio mal más que en su castigo; y si se convirtiera en algo feliz que un hombre fuera pecador, entonces los hombres pecarían, y pecarían repetidamente, y pecarían más gravemente aún; y esto Dios no lo tolerará.
C. H. Spurgeon - Sermón no. 2705.
Ustedes saben, queridos amigos, que hay momentos, incluso en la historia de los reinos terrenales, en los que los gobernantes dicen, al menos por sus acciones si no es que por sus palabras: "hay sedición por todas partes, pero dejaremos que continúe; no queremos parecer severos, así que no queremos suprimir a los rebeldes."

¿Cuál es la consecuencia inevitable de tal conducta? Pues bien, que el mal se torna peor y peor; los hombres rebeldes presumen basándose en la libertad que les es concedida, y se toman mayores libertades; y, a menos que el legislador tuviera la intención que su ley fuera pateada por toda la calle como un balón de fútbol, a menos que pretenda que la paz y la seguridad de sus súbditos que cumplen con la ley sea absolutamente destruida, al final está obligado a actuar; y dice: "no; no puede permitirse que este estado de cosas continúe. Yo sería cruel para con los otros a menos que desenvaine la espada y haga justicia para ser respetado por todo mi reino."

Yo les digo, queridos amigos, que la cosa más terrible del universo sería un mundo lleno de pecado, y, sin embargo, que no hubiera un infierno para su castigo. La más espantosa condición en la que se podría encontrar alguien es la condición de absoluta anarquía, cuando cada persona hace lo que le plazca, y la ley se vuelve totalmente despreciable. 
C. H. Spurgeon - Sermón no. 2705

martes, 29 de mayo de 2012


"¿Han advertido cómo los hombres tratan de deshacerse de Dios diciendo: “La providencia hizo esto”, y “la providencia hizo aquello”, y “la providencia hizo eso otro”? Si les preguntaras: “¿qué es la providencia?”, probablemente te responderían: “pues bien, la providencia es… la providencia”. Eso es todo lo que te pueden decir. Hay muchísimas personas que hablan muy confiadamente acerca de reverenciar a la naturaleza, de obedecer las leyes de la naturaleza, de notar los poderes de la naturaleza y así sucesivamente. Acércate a ese conferencista elocuente y dile: “¿Serías tan amable de explicarme qué es la naturaleza?”. Él te responde: “Vamos, la naturaleza… bien, es… la naturaleza”. Precisamente es eso, amigo; pero, entonces, ¿qué es la naturaleza? Y él dice: “Bien, bien, es la naturaleza”; y eso es todo lo que podrías sacarle". 
C. H. Spurgeon . Las Últimas Palabras de Cristo en la Cruz


"He notado a menudo que, cuando alguno de nuestros amigos sufre accidentes y problemas, lo hace usualmente cuando anda de vacaciones; es algo curioso, pero lo he observado con frecuencia. Salen llenos de salud, y regresan enfermos; nos dejan y se van con todas sus extremidades sanas, y regresan lisiados a nosotros; por tanto, debemos pedirle a Dios que cuide especialmente a los amigos que están en el campo o junto al mar, y hemos de encomendarnos en Sus manos dondequiera que estemos. Si tuviéramos que ir a un lazareto, ciertamente le pediríamos a Dios que nos protegiera de la lepra mortal; pero deberíamos buscar igualmente la protección del Señor cuando estemos en el lugar más sano o cuando nos encontremos en nuestros hogares". 
C. H. Spurgeon - Las Últimas Palabras de Cristo en la Cruz

En nuestra oración familiar, a mí me gusta en la mañana ponerme junto con todo lo que tengo en las manos de Dios, y luego, en la noche, me gusta simplemente mirar entre Sus manos, y ver cuán seguro he estado, y luego decirle: “Señor, enciérrame otra vez esta noche; cuídame a lo largo de todas las vigilias de la noche. ‘En tus manos encomiendo mi espíritu.’”
C. H. Spurgeon - Las Últimas Palabras de Cristo en la Cruz

martes, 15 de mayo de 2012


De esta manera, he pensado algunas veces: tenemos a nuestros hermanos wesleyanos, y algunos de ellos aman al Señor; no tengo ninguna duda de que estén en el arca, aunque no ocupen el mismo compartimiento con nosotros. Tenemos a nuestros amigos bautistas, que aman al Señor; a ellos les damos la bienvenida en nuestro aposento. Luego están los amigos ‘independientes’, aquellos que aman también al Señor; ellos están en otro aposento; y también nuestros hermanos ‘presbiterianos’ y ‘episcopalianos’: en todas estas diversas secciones hay algunos que son llamados por Dios, e introducidos al arca, aunque estén en diferentes aposentos; pero, amados, todos ellos están en una sola arca. No hay dos evangelios. En tanto que pueda encontrar a un hombre que sostenga el mismo Evangelio, no me importa qué orden de gobierno eclesial adopte, si está en Cristo Jesús. Tiene muy poca importancia en qué aposento se encuentre, en tanto que esté en el arca. Si forma parte de aquellos de quienes está escrito: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”,  yo le llamaré hermano. No podemos esperar estar todos en un solo aposento. Los elefantes no vivían con los tigres, y los leones no se echaban junto a las ovejas. Había diferentes cuartos para diferentes clases de criaturas; y es algo bueno que haya diferentes denominaciones, pues estoy seguro de que algunos de nosotros no nos llevaríamos confortablemente con ciertas denominaciones. Nosotros necesitaríamos más libertad de la que podríamos encontrar en la Iglesia de Inglaterra; necesitaríamos mayor independencia de la que podríamos obtener con los presbiterianos; necesitaríamos mayor rectitud de doctrina de la que podríamos obtener con los ‘wesleyanos’; y necesitaríamos un poco más de amor fraternal, tal vez, del que podríamos encontrar con algunos de los ‘bautistas estrictos’. No podríamos estar de acuerdo enteramente con todos ellos; y bienaventurado es aquel que puede meter su cabeza en un aposento, y algunas veces en otros, y que puede decirles a todos los que aman al Señor Jesucristo: “la gracia sea con todos ustedes, en tanto que estén en el arca”. 
C. H. Spurgeon - La Parábola del Arca

sábado, 12 de mayo de 2012


Abraham era un hombre que tenía poder con Dios, pero por allá estaba Lot viviendo en Sodoma, justo como muchísimos cristianos profesantes lo están haciendo hoy día. Espero que sean pueblo de Dios, pero no puedo entenderlos. Les gustan las diversiones mundanas, y gozan con la conversación mundana; son como Lot en Sodoma. Me pregunto cómo pueden soportar esa atmósfera asquerosa en la que viven. A menudo he repetido que la gracia de Dios puede vivir donde yo no puedo vivir. Hay algunas personas con las que no me gustaría convivir, y, sin embargo, confío que la gracia de Dios está en ellas; al menos, así lo espero, y no debo juzgarlas.

Pero, queridos hermanos, si alguna vez esa parte de la iglesia que es como Lot en Sodoma obtiene una bendición, tiene que ser por medio de ustedes, que son como Abraham, y tienen poder con Dios. Oren por sus pobres hermanos inconsistentes; supliquen al Señor que les impida adentrarse más en el camino del pecado. Pídanle al Señor que no sean destruidos con Sodoma en el día de Su venganza, y el Señor los escuchará, y sacará a Lot de Sodoma a salvo, aunque pudiera ser que Lot tenga que perder todo lo que posee, y perder a su esposa, también, antes de que salga. Ustedes lo sacarán si saben cómo orar por él. 
C. H. Spurgeon - El Poder con Dios


Yo me encontraba predicando en Bedford, y oraba para que Dios bendijera el sermón, y me diera por lo menos algunas cuantas almas esa tarde. Cuando hube terminado, estaba allí un viejo hermano wesleyano que me propinó una buena reprimenda, más que merecida. Él me dijo: “yo no dije ‘Amén’ cuando tú pedías por la conversión de unas cuantas almas, pues pensé que estabas limitando al Santo de Israel. ¿Por qué no oraste con todo tu corazón para que fueran salvos todos ellos? Yo sí lo hice”, -agregó- “y esa es la razón por la que no dije ‘Amén’ a tu mezquina oración.” 
C. H. Spurgeon - El Poder con Dios


Nunca olvidaré la fe de un cierto miembro de esta iglesia, que todavía vive. Hace como dieciocho o diecinueve años, yo me encontraba, en verdad, gravemente enfermo. La mayoría de la gente pensaba que me iba a morir, pero, una mañana, muy temprano, este buen hermano vino a mi casa, y solicitó ver a mi esposa. Era justo al amanecer, y cuando ella lo recibió, él le dijo: “he pasado toda esta noche luchando con Dios por la vida de su esposo. No podemos permitirnos perder a nuestro pastor, y estoy seguro de que él vivirá, así que pensé que caminaría hasta aquí, para decirle esto.” “Muchas gracias, muchas gracias”, le respondió mi esposa. “Estoy muy agradecida por sus oraciones y por su fe.” No es cualquiera el que puede orar a Dios así, y fallamos en obtener las bendiciones que buscamos porque no oramos de esa manera. 
C. H. Spurgeon - El Poder con Dios

viernes, 11 de mayo de 2012


Si Saulo no hubiese estado allí, Esteban no habría orado por él; Agustín dice, en una frase que es citada siempre en cada comentario sobre el Libro de Hechos que he visto: “Si Esteban no hubiese orado, Pablo no hubiera predicado nunca.” Pero la oración de Esteban: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”, fue una súplica tan amplia por sus asesinos, que muy bien puedo concebir que fijó su mirada llorosa en ese joven llamado Saulo, y que en sus pensamientos le incluyó en esa petición, suplicando al Señor que no le tomara en cuenta eso; y el Señor no le tomó en cuenta eso, “porque” –dijo- “lo hice por ignorancia, en incredulidad.” 

Creo que fue bueno que Saulo estuviera allí, y algunas veces he pensado, al escuchar que alguien jura en la calle, “Eso es algo terrible; pero si no lo hubiese hecho, probablemente yo no habría orado por él.” Una de mis reglas es orar por un hombre cuando lo escucho jurar, y así, de esa manera, Dios puede extraer un bien del mal. Siempre que ustedes, que aman al Señor, vean  u oigan a alguien haciendo algo que sea malo, asegúrense de orar, pues es así como hemos de ser “la sal de la tierra”. La sal ha de ponerse siempre allí donde la putridez comienza. Esa es la manera como hemos de ser “la luz del mundo”. Hay que hacer uso de las lámparas cuando llega la oscuridad; no las necesitamos sino hasta que el sol se ha ido, y llega la oscuridad. Así que, cuando perciban la oscuridad, enciendan sus velas; cuando perciban la putrefacción, esparzan la sal llevando al pecador delante de Dios en oración.

Pero hay también algo más que esto. Si Saulo no hubiese estado allí, se habría perdido del beneficio del discurso de Esteban; y el sermón de Esteban es el texto en el que Pablo se basó para predicar toda su vida. Si lo examinan cuidadosamente, descubrirán que la disertación de Esteban es la raíz de la cual, por medio de la bendición del Espíritu de Dios, medra la teología de Pablo. Esteban le da la pista de todo ese argumento de la Epístola a los Romanos acerca de Sara y Agar; y toda esa discusión acerca del padre Abraham que fue justificado por la fe, está allí en el discurso de Esteban. Y la Epístola a los Hebreos es otra planta que crece de la semilla que Esteban sembró en la mente de Saulo; hay varias frases que son idénticas. Yo pienso que la razón por la que tenemos ese discurso de Esteban, registrado de manera tan íntegra, es que Pablo viajó con Lucas, quien escribió los Hechos de los Apóstoles, y Pablo le contó a Lucas lo que Esteban había dicho, pues parece que llegó directo a su alma, y se quedó albergado allí. Debe de haber sido así, pues moldeó todas sus Epístolas, y pueden trazar la influencia de Esteban en cada rollo sobre el que Pablo puso su pluma. 
C. H. Spurgeon - Esteban y Saulo